Capitulo 20
Capítulo 20
[Esperanza]
Normalmente no hablo con Enrique, nos comunicamos por escrito, y si estoy en el pasado, por carta; también, desde no hace mucho tiempo, por correo electrónico, ahora bien, en estos últimos días hemos tenido largas conversaciones sobre un único tema, que me apasiona, sobre todo por mi condición de soltera y mi imposibilidad de casarme; sí, sí, me refiero al «Amor» con mayúscula, digo con mayúscula porque ha provocado grandes guerras, alguna que otra paz y muchas veces largos matrimonios, no siempre en años pero sí en intensidad.
Enrique me comenta y me pregunta si es posible enamorarse de una persona a la que solo conoces por una fotografía, una foto que has visto por primera vez hace pocos años, y solo sabes quién es y cómo se llama desde hace muy pocos días (foto a pie de pagina). Bueno… quién era, pues resulta que murió hace muchísimos años. Y mi contestación no puede ser otra: «no; pero sí». Me explico (me encanta decir «me explico», ya que significa que no estoy segura).
En mi juventud el enamorarse en según qué familias era casi pecado, pues conllevaba el tener que engañar al marido que te habían escogido tus padres, al cual debías respetar, querer y darle hijos; a ser posible muchos varones. Y muchos años después fue llegando el cambio, hasta que el enamorarte, hoy, es requisito indispensable para tener pareja, y según en qué familias, matrimonio. Además hoy en día (gracias a Dios) ni siquiera es indispensable enamorarte, sino solamente pasártelo bien, lo que conlleva ser feliz.
Volviendo a tu posibilidad de estar enamorado de una persona que solo conoces por foto y sin ninguna posibilidad de conocerla, mi contestación es «sí, pero no», y vuelvo a explicarme: Sí, porque no puedes dominar tu corazón y menos aún si se trata de un amor platónico basado en una fotografía. No, no porque debe haber contacto, ya sea físico o por medio de la voz, ya que el sentido del tacto es casi tan importante como el del oído; en fin, quizás el amor no solo proviene del corazón, sino también de la soledad.
[Enrique]
El vídeo que hoy pongo en este capitulo es del año 2001, en las torres gemelas, en Nueva York, dos semanas antes del atentado del 11 de septiembre. Estoy con mis hijos, mi suegra y mi mujer; veo pocas veces este vídeo por el sentimiento de miedo que no tuve y que ahora me viene cada vez que lo veo o pienso en aquellos días.
Estuve a punto de abrir mi oficina en Nueva York allí, en las torres gemelas, pero al final la alquilé en Long Island. El haber estado unas semanas antes del atentado y no haber alquilado mi oficina en las torres hace que hoy pueda escribir esta novela; quizás me pase como a mi tía abuela Esperanza y pueda seguir 120 años más, no escribiendo, pero contándoselo a mi sobrino nieto, que todavía no ha nacido, y que él lo escriba o lo ponga en una holografía virtual de tres dimensiones y que se perciba por los cinco sentidos.
Alberto Gómez Font va la semana próxima a mi ciudad a presentar el libro «Los conjurados de Tánger», y me pide que vaya y pase un buen rato con los escritores del libro. He pensado varias veces en ir, pero todavía no estoy preparado para visitar de nuevo Tánger; me refiero a que mi corazón me lo pide pero mi cabeza me lo impide; ahora bien, cuando termine la novela, la presentaré, cómo no, en Tánger y no de forma virtual sino presencial.
P. D.: He terminado de leer el libro «Hablemos asín» y lo recomiendo por dos motivos: es muy agradable de leer y sobre todo te mantiene la sonrisa desde el principio hasta el final; bueno también los prólogos (hay siete) son de grata lectura.